lunes, 12 de septiembre de 2016

Día 6: Nara

Hoy nos vamos a pasar el día a Nara.

Luk va en el tren de lo más entretenido. No hemos traído sus juguetes, hemos comprado 2 regalos pequeños : un mini set de excavadoras y camiones, y un camión del bombero Sam.  Se los vamos dando  durante el viaje, el primero en el avión. Su abuela también nos dio dos regalitos. El set con excavadoras es genial, lo llevamos a todas partes, incluso lo metemos en la bañera.

Llegamos a Nara en un tren directo desde Kyoto, y tarda unos 45 min. Lo primero que hacemos es ir a la oficina de turismo a coger un mapa, nos atiende una señora mayor. Cuando ya salíamos por la puerta, Luk le da las gracias a la señora con un perfecto Arigato. La señora se pone tan contenta que le hace un regalito, un ciervo de papel precioso.

En cuanto salimos a la calle empezamos a cruzarnos con los primeros ciervos. Viven en los parques de la ciudad, son animales protegidos y sagrados, y los habitantes los cuidan.

Están acostumbrados a la gente, y hay  un puesto en la calle de galletitas especiales para ciervos, que puedes comprar para alimentarles. Hay muchos turistas que se pasan de listos con tal de tener la foto perfecta, y los ciervos acaban mordiéndoles, o empujándoles. Así que nosotros pasamos por la calle, sin molestarles.

Nos dirigimos al templo Todaiji, que es uno de los edificios de madera más grandes del mundo, y contiene uno de los Budas más grandes. Al llegar a la entrada del Templo atravesamos la puerta de entrada. Tienen en los laterales dos estatuas de madera espectaculares. Que pena que tengan una reja delante porque no se ven muy bien, son guardias Niõ, van vestidos como si fueran guerreros.

Nos ha encantado la visita, hay 3 Budas en el interior del templo. El mas grande tiene 15 metros de altura, y los otros dos son bastante más pequeños, pero bañados en oro.

Al salir a los jardines exteriores hacemos una parada para que Luk coma su pic nic, y al acabar un ciervo se acerca a cotillear. Como no le hacemos caso, empieza a oler el carro. Intentamos alejarnos, pero en un movimiento rápido nos roba nuestro mapa. Ha sido una escena muy graciosa, el ciervo tirando de un lado, y Ed de otro, yo me he quedado petrificada. Ed tenía la esperanza de recuperar su mapa entero, pero el ciervo ha tirado más fuerte de su trozo, y se lo ha comido. Os pongo la foto del resto del mapa después del mordisco, por lo menos hemos salvado parte.

Hace tanto calor, y tanta humedad, que nos sentamos a tomar algo en una cafetería. Casualmente tiene una esquina con juguetes de Ikea. Podemos comer algo tranquilos mientras Luk juega, las camareras pendientes de él, nos piden permiso para invitarle a un caramelo de una máquina de las de monedita, y cuando nos vamos le ofrecen una cesta con regalitos para que elija algo. Se va directo a por unas maracas, le encantan los instrumentos. 


Hemos visto un jardín típico japonés, mientras Luk dormía en la mochila. No se oye nada, sólo algún animal de fondo, asi que nosotros hablamos en susurros. 

Atravesamos un parque lleno de ciervos de camino al Santuario Kasuga. Es precioso y muy cuidado. Leemos que ha sido recontruido cada 20 años. Tiene miles de lámparas de bronce, pero todavía es pronto para que estén encendidas, por fuera son de piedra, y están cubiertas con una especie de ventanas de papel. Luk camina casi todo el camino, está encantado con los ciervos, pero siempre mantiene una distancia de seguridad, y en cuanto se acercan un poco, quiere que le cojamos. A pesar del calor y la humedad, en el parque se está más fresco, y nos animamos a volver a la estación dando un paseo a coger el tren de vuelta a Kyoto.

Estamos cansados, hemos caminado casi 15.000 pasos, hacemos una pequeña compra y cenamos en casa. Nos atrevemos a comprar atún fresco para comerlo crudo con una ensalada de noddles casera. Estaba delicioso!!

Mañana día de relax en Kyoto antes de viajar a Hiroshima.





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