viernes, 16 de septiembre de 2016

Día 10: Miyajima


Hemos dormido de maravilla, tenemos una habitación muy grande y cómoda. Luk duerme en su propia cama de mayores por primera vez, y le ha encantado la experiencia. Hemos decidido comprarle una cama al volver a casa y jubilar su cuna.

Cogemos el primer barco hacía Miyajima a las 9:30. Llegamos a la isla en solo 25 minutos. Las vistas son preciosas, es una isla pequeña y muy verde.
Hoy vuelve a hacer calor, y la humedad es alta. Recorremos el paseo cerca de la playa, y nos recibe un templo construido sobre unos pilares de madera encima del agua, y el arco de entrada típico también está medio sumergido. Hemos llegado a la hora perfecta para verlo. En unas 2-3 horas la marea bajará, y el suelo se verá embarrado. Recorremos la zona costera y nos encaminamos hacia la montaña buscando el teleférico. Las calles son muy estrechas, así que tanto coches, como camiones son más pequeños de lo normal, incluso vemos hormigoneras tamaño mini, a Luk le encanta. Pasamos por delante de la mini estación de bomberos. Los coches son muy modernos, pero tamaño mini. 


Hay un autobús que te lleva a la puerta del teleférico,  pero nos animamos a subir caminando a través de un bosque. Encontramos un cartel: son 10 min caminando, 7 si corres un poquito. 



Me encantan estos carteles y los detalles que tienen. El día que subimos al parque de monos nos tocó caminar casi 45 min, el carro lo dejamos abajo, y Luk caminó parte del camino, y el último tramo lo cargué en la mochila. Al llegar al mirador, nos recibían con toallitas húmedas congeladas, que eran de lo más refrescante cuando hace tanto calor.

El bosque es una maravilla, hay varias casas, un pequeño templo, y puentes de color rojo. Se está más fresco, y Luk sube sin problemas recogiendo palos, y piedras.

El camino en el teleférico es precioso, hay unas vistas espectaculares de las islas vecinas y de las pequeñas playas de Miyajima.

Luk se hace amigos por el camino, llama "abuelos" a un grupo de jubilados Americanos, y a ellos les hace muchísima gracia. Son unos 15 min, así que nosotros también hablamos con una pareja de Taiwan. Ella no habla, él no para, y nos cuenta muchas cosas. Habla muy bien inglés, y nos los encontraremos varias veces en nuestra visita a la isla, incluso tomamos el aperitivo con ellos en un puesto de pinchos de pescado.

Desde arriba se puede ver toda la isla, y las islas vecinas mucho mejor. En la bajada vamos en una cabina solos con una chica japonesa. Es muy seria, y no nos mira. A Luk le gusta, y después de muchos intentos, de abanicarla, reírse a carcajadas, e incluso tocarla, ella reacciona, le sonríe, y empieza a jugar con él.

De camino al barco hemos visto a unos novios, ella muy seria.




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